¿Menstruar en la escuela es una barrera para el aprendizaje y la participación?

 Tania Solís

 Quintana Roo /Premio ABC 2023

 26 de Septiembre del 2025

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Hola soy Tania y hoy escribo desde mi rol de madre cuidadora: mi hija Natalia de 16 años es una chica que vive en condición de discapacidad intelectual. Es una chica no verbal y usamos Lengua de Señas Mexicana (LSM) para comunicarnos con ella.

Cuidar, maternar y educar a mi hija ha sido una tarea en la que he tenido que destinar una gran cantidad de energía y carga mental. Hoy Natalia tiene un cierto nivel de independencia, recién empieza el segundo grado de secundaria en un Centro de Atención Múltiple (CAM), cuenta con un buen grado de funcionalidad y de habilidades para la vida. Sin embargo, aún requiere de cuidados directos e indirectos, simples, cotidianos, intensos y extensos. Menstrúa desde hace 2 años y es un reto que se suma a la larga cadena de desafíos que hemos ido afrontando.

Como familia hemos trabajado en su autonomía y preparándonos en lo que vamos necesitando para apoyarla. Cuidar de Natalia es una tarea compartida por mamá, papá y hermano mayor. Ahora con la gestión de su menstruación, según yo, ya me había preparado, estudiado y buscado opciones, -además de mamá soy psicóloga de educación especial-, y estaba lista en la teoría, faltaba aterrizar la práctica.

Ayudarla a gestionar su menstruación no solo implica el uso del producto elegido y probado para ello, que en nuestro caso es el calzón menstrual, implica explicarle lo que le ocurre, ver sus síntomas, ayudarla a asearse porque se resiste y no quiere entrar en contacto con la sangre. Ella se asea sola cuando va al baño, pero cuando menstrúa no acepta hacerlo, le es desagradable y me parece que no termina de comprender lo que le pasa.

Debido a su condición, ayudarla a que aprenda a reconocer sus síntomas y los cambios en su cuerpo ha sido una tarea delicada. Por su nivel de maduración para ella es complicado identificar cómo se siente su cuerpo y pueda iniciar el autocuidado.

Mientras estamos en casa es un poco más sencillo, pero los días que va a la escuela es un gran reto y esto tiene un impacto en su derecho a estar, aprender y participar en la escuela. Tenemos la suerte de que yo puedo estar disponible para ayudarla en el cambiado, ¿pero y si no pudiera? Seguramente pasaría lo que le ocurre a muchas niñas y adolescentes con discapacidad: una semana al mes no asisten a clases porque en la escuela no siempre existen los recursos para gestionar óptimamente su menstruación, muchas veces no hay agua, jabón y sanitarios verdaderamente funcionales. Además, aunque ella se cambiara sola necesita vigilancia y acompañamiento.  

Las familias al no poder hacerlo optan por dejarlas en casa porque saben que no hay recursos para que puedan estar en la escuela durante su periodo tal y como lo hace el resto de las estudiantes.

¿Qué ocurre con las chicas que presentan otras condiciones: por ejemplo las que se encuentran dentro del espectro autista? ¿Qué implica para ellas gestionar su menstruación? ¿Cómo les impacta en su rutina y estructura diaria? ¿Cómo manejan el tema sensorial de su menstruación si tal vez sienten mucho más intensos los síntomas?

¿Cómo vivirán su menstruación las alumnas con parálisis cerebral cuya espasticidad (trastorno neurológico que causa tensión, rigidez y reflejos exagerados en los músculos), ya es de por sí un tema? ¿Afecta la menstruación su espasticidad, es más intensa? ¿Cómo maneja las barreras de la comunicación una alumna sorda que no fue preparada y que no llevó sus toallas sanitarias? ¿Cómo se cambia su toalla una alumna con discapacidad visual dentro de un baño en mal estado?

Sí, me temo que la respuesta en la mayoría de los casos es: “mejor que se quede en casa para poder tener todo un poco más ordenado, controlado y con el apoyo de quien la cuida o acompaña”.

Una vez al mes ellas dejan de aprender; entonces, menstruar en la escuela sin recursos adecuados para las alumnas con discapacidad es una barrera para su aprendizaje, la pregunta es: ¿Cómo podemos garantizar que ninguna niña, adolescente o joven, sin importar su condición física o mental, tenga garantizado su derecho a aprender incluso durante la menstruación? 

Tania Solís

 Quintana Roo /Premio ABC 2023

Licenciada en Psicología por el Instituto de Ciencias y Estudios Superiores de Tamaulipas A.C., en 1996. Ingresó al servicio docente en 1997. En ese entonces como psicóloga de una USAER de turno discontinuo del municipio de José María Morelos, en la zona maya del estado de Quintana Roo. Posteriormente, fue parte del colegiado docente que fundó el CAM en la cabecera de dicho municipio. Años más tarde se integró a la mesa técnica del departamento de Educación Especial como parte del equipo de investigación del Proyecto de Investigación de Intervención e Integración Educativa, mismo que se concreta años más tarde en el Programa de Fortalecimiento de los Servicios de Educación especial. De manera simultánea se desempeñó como docente en educación media superior. En 2006 se incorporó al CAM Hellen Keller turno matutino de Chetumal, Quintana Roo, donde trabajó con estudiantes principalmente del área de parálisis cerebral y discapacidad múltiple. Es esta área donde encontró una gran área de oportunidad para trabajar con los padres de familia y tras años de escucharlos y acompañarlos en el trayecto educativo de sus hijas e hijos que la hace acreedora del Premio ABC 2023 en la categoría Ser Acompañante. Actualmente es directora del CAM Secundaria Jan Veermer, el primero en fundarse en mi estado.

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