¿Quién es el señor Ud.?

 Edith Gómez Larios

 Veracruz/ Premio ABC 2013

 07 de Noviembre del 2025

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¿Quién es el señor Ud (Usted).? Lo conocí aproximadamente a los 5 años de edad, estaba en el jardín de niños; pero no lo conocí ahí, sino en mi casa. Los domingos mi casa estaba llena de periódicos y quería saber por qué mi papá los leía todos y dejaba unos pliegos a los que no ponía interés…esos eran míos.

Apenas conocía algunas palabras y observaba que a “Ud.” le pedían que hiciera algo, como iluminar una figura dividida con números que indicaban el color, también le pedían unir puntos o buscar las diferencias entre dos figuras.

Imaginaba a Ud. como un señor de caricatura y le pedía permiso para hacer lo que le pedían hacer en el periódico. Confieso que me sentía un poco culpable por hacer sus tareas.

Tiempo después, en la primaria, cuando me enseñaron las abreviaturas, fue una verdadera sorpresa enterarme que “Ud.” era ¡yo!. En ese momento me reconocí, me sorprendí de saber que se dirigían a mí, y la culpa de hacer algo que no me correspondía, se esfumó. Este recuerdo lo llevo conmigo, porque me marcó el darme cuenta del poder de la escritura.  

El lenguaje escrito es tan cultural y tan nuestro, que la mayoría de las veces no entiendo por qué esperar el ingreso a la escuela y verlo como algo académico. Es tan espontáneo, que puede surgir desde la infancia en cualquier momento en que se dé la oportunidad de tener algo escrito en la mano, o en el ambiente que nos rodea.

La escritura digital es otro asunto más complejo que ha llegado para quedarse.

La palabra escrita, la que se toca, la que se piensa, la que nos inspira, la que avanza a paso lento, la que necesita de tu mano, “sin copiar y pegar”, la que se escribe a “puño y letra”, o la que se “teclea”, (como es mi caso), no es veloz como el lenguaje oral o las redes sociales…es un escrito que “se cuece a lento hervor” (diría mi mamá).

La escritura no llega obligadamente, llega mágicamente, como tu nombre propio en forma escrita, o con un poema de Benedetti o Machado que te revuelca el corazón, o en una dulce canción de cuna para arrullar a una bebé.

Saber que lo que se escribe te pone a pensar, soñar o cantar. En fin, la escritura es tan cultural y se mueve tan rápido, que tenerla en las manos es como detener el tiempo, saber que lo que estás leyendo fue escrito quizá hace decenas, cientos o miles de años.

Tomar un papelito y escribir es muy sano y terapéutico. Desde la infancia, sea un dibujo, letras, garabatos o palabras significa disfrutar libremente el poder de la palabra escrita. A la distancia del tiempo se puede incluso hablar de experiencias que han rendido frutos en generaciones y que se siguen transformando las aulas.

Por eso viene a mi memoria una antología que realicé hace quizá 25 o 30 años, para jugar a cantar, escribir y leer con Cri-Cri (el Grillito Cantor) para preescolar. El primer lenguaje que se expresaba con las canciones era el cuerpo, sentir la música, moverse al ritmo de la música e inventar movimientos. Más adelante se colocaba un gran pliego de papel con texto e imágenes de la canción, donde se cantaba siguiendo el ritmo de la música y la letra como si fuera un karaoke.

Dentro de las canciones que recuerdo con mucha satisfacción están “Caminito de la Escuela”, “El Señor Tlacuache”, “Las Vocales”. Cada escuela llevaba su ritmo y sus tiempos, nada era obligatorio, era una opción realizarlo.

Recuerdo con afecto a la maestra Lolis que todo el año se la pasaba con “Caminito de la escuela”, las niñas y los niños no necesitaban más, eran felices al descubrir el nombre de los animales escondidos en el texto de la canción, disfrazarse, bailar y, lo más sorprendente es que sin proponérselo algunas niñas y niños, llegaban a leer, únicamente con Caminito de la Escuela.

En una ocasión le dije: “Lolis, has alcanzado el doctorado en Caminito de la Escuela” y nos reíamos mucho.

Hace años en un congreso internacional al que asistí escuché a Ana Siro, discípula de Emilia Ferreiro, comentar sobre 4 pilares indispensables para leer y escribir:

1. Leerles en voz alta, unos minutos cada día.
2. Que las niñas y los niños nos dicten y se den cuenta de cómo lo escribimos.
3. Que el adulto dicte y ellos escriban como puedan, o que escriban cuando gusten.
4. Que las niñas y los niños lean por ellos mismos, quizá las imágenes, o bien porque lo han memorizado de tanto que lo han escuchado o, suele suceder, que le dan lectura de una forma muy particular.

Son muchas las experiencia que he tenido sobre la lectura y la escritura y considero que lo más importante es descubrir nuestra propia forma de encontrar el placer por leer y escribir para poder proyectar de forma dinámica y habitual ese mismo gusto a las infancias. 

Edith Gómez Larios

 Veracruz/ Premio ABC 2013

Es educadora, con licenciatura en Educación Básica, Maestría en Educación Básica, Maestría en Psicoterapia Humanista. Realizó diversos diplomados relacionados con la lectura, escritura y psicoterapia. Fue maestra de grupo, directora, supervisora. Ganadora del Premio ABC de Mexicanos Primero 2013, ganadora de premios de innovación educativa en el estado de Veracruz. Es escritora, cuenta cuentos y promotora en Salas de Lectura.

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