Soy docente de tercer grado en una escuela primaria vespertina ubicada en una comunidad de la Sierra Norte Poblana. Desde hace más de tres décadas, he dedicado mi vida a la enseñanza, navegando por los vaivenes de las reformas educativas y adaptándome a las necesidades de mi contexto. 
El actual sexenio, con su apuesta por la Nueva Escuela Mexicana (NEM) empezó como una odisea que vislumbraba retos, incertidumbre y tormentas; en lo personal me ha presentado un nuevo desafío: transformar mi práctica docente para navegar por un mar de cambios, retos y oportunidades.
 Algunos puntos clave que he encontrado han sido: 
Un viaje hacia un nuevo paradigma: La travesía inició con un mar de confusiones epistemológicas, ideológicas y metodológicas que por momentos me hicieron detenerme para redefinir mi rol como docente transformador:, Si quería avanzar en ese océano educativo debía replantear mi propia filosofía educativa y mi propia formación continua fortaleciendo mis competencias docentes. Esto implicó una profunda metamorfosis en mi forma de enseñar, adoptando estrategias centradas en la comunidad y en el desarrollo de todas las facultades de mis alumnos, considerando el aprendizaje activo, colaborativo y experiencial.
Adaptando la brújula al contexto: El nuevo currículo de la NEM, sustentado en la didáctica crítica, en las epistemologías del sur y en las ideas libertarias de Paulo Freire me ofrece la flexibilidad de adaptarlo a las necesidades de mis alumnos, quienes provienen de familias con bajos recursos económicos y viven en una comunidad con diversas problemáticas socioculturales. Sin embargo, esta libertad también implica una gran responsabilidad: rediseñar mis planeaciones y estrategias de enseñanza para hacerlas relevantes y significativas para ellos. Un reto adicional fue la participación de las familias, ya que en su mayoría son comerciantes y sus tiempos para participar en proyectos escolares y comunitarios se ha visto limitado.
La búsqueda constante de conocimiento: La formación continua se convierte en mi faro en este viaje. La constante actualización en el enfoque de la NEM es crucial para navegar con éxito, pero la disparidad en el acceso a esta formación me preocupa. Mis colegas en zonas rurales o con recursos limitados se encuentran en desventaja, lo que me impulsa a buscar alternativas para que nadie se quede atrás.  

Reconocimiento en el horizonte: La revalorización del docente es una luz de esperanza en este camino. Agradezco el aumento salarial y la creación de la carrera docente, pero aún queda un largo trecho por recorrer. Aspiro a que la sociedad reconozca y valore nuestra labor no solo como agentes de cambio en las aulas, sino como verdaderos motores de transformación social.
Navegando contra viento y marea: La pobreza, la desigualdad y la violencia son olas que golpean con fuerza las costas de mi escuela. Mi labor docente se extiende más allá de la enseñanza procurando involucrarme en la vida cotidiana de las familias; intento diariamente en ser un protector y luchador de los derechos humanos de mis alumnas y alumnos, diseñando estrategias para abordar estos desafíos y crear un ambiente de aprendizaje inclusivo, seguro y positivo.
Innovación a toda vela: A pesar de las dificultades, este mar de cambios también trae consigo la oportunidad de innovar. Explorar nuevas estrategias pedagógicas aterrizadas al desarrollo comunitario, integrar recursos tecnológicos y diseñar proyectos de aprendizaje relevantes son las velas que impulsan mi barco hacia la mejora continua basada en los aportes de la investigación y la ciencia.
Un llamado a la acción colectiva: La participación en la toma de decisiones es el timón que guía el rumbo de la NEM. Mi voz como docente debe ser escuchada en el diseño y ejecución de las políticas educativas. Esta participación no solo es un derecho, sino una responsabilidad y una oportunidad para construir un sistema educativo que responda a las necesidades reales de las aulas.

Colaboración,: la fuerza que impulsa el cambio: Fortalecer la formación continua, brindar apoyo y acompañamiento, mejorar las condiciones laborales, reconocer y valorar la labor docente, y promover la participación son los pilares que sostienen mi embarcación. Solo con el esfuerzo conjunto de docentes, familias, comunidad y autoridades educativas podremos construir una educación mexicana de calidad para todos los niños y niñas del país.
Este es mi compromiso, mi misión y mi contribución a la transformación educativa de México. Soy un docente de la Sierra Norte Poblana, y con brújula en mano, seguiré navegando por este mar de cambios, retos y oportunidades, con la esperanza de llegar a buen puerto: una educación de calidad para todos.