

La esencia de ser docente
Alma Gloria González González
Premio ABC 2008 /Sonora
16 de Mayo del 2025
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Tal vez sea contradictorio iniciar este escrito, dedicado a la esencia de ser docente, compartiendo que en mi caso, abracé esta profesión por decisión de mi padre. En ese entonces, la Escuela Normal del Estado de Sonora puso como requisito de ingreso, otorgar una beca con pase directo a quienes tuvieran el más alto promedio de cada escuela secundaria en el estado.
En esa época no se requería el bachillerato para estudiar la profesión y al estilo de aquellos tiempos, mi progenitor, sin tomar mi parecer, me dijo que debía aprovechar esta oportunidad para tener un trabajo seguro.
Recuerdo que nunca hubiera pensado en ser docente, pues mi sueño era estudiar Ingeniería Química Industrial, además, tenía la idea de que la profesión de maestra estaba bastante devaluada ante la sociedad, noción que desgraciadamente he confirmado a lo largo de los cuarenta años que tengo de ejercerla y por lo cual la he tratado de enaltecer mediante una profesionalización constante y un gran compromiso con las comunidades en las que he laborado.
Era 1980 y al llegar al inicio de cursos, ya en la Escuela Normal, se nos informó a todas las alumnas provenientes de diversos rincones del estado que se nos aplicaría un examen de vocación para seleccionar a cuarenta maestras que formarían parte de la primera generación de educadoras de esta institución.
La posibilidad de quedar en este grupo me hizo sentir que, si mi deseo no era ser maestra de primaria, mucho menos lo era ser maestra de educación preescolar, pues desconocía la importancia e impacto que tiene en el desarrollo posterior del ser humano.
Los resultados de esa prueba de vocación señalaron que tenía madera para ejercer esta hermosa profesión y así ha sido, pues desde el primer momento que estuve en contacto con los pequeños de preescolar me enamoré de su espontaneidad y de su gran capacidad para aprender, por lo que he asumido esta tarea con enorme pasión y con el firme propósito de dar a conocer de manera fundamentada la importancia de este nivel educativo por el período crítico que constituye esta edad para el aprendizaje.
Ser docente radica en esa relación diaria que establecemos con nuestros estudiantes, a quienes a la vez que les enseñamos, nos regalan su ser entero, porque de ellas y ellos aprendemos. Cada una de esas personitas carga una mochila llena de sueños, de vivencias, de temores, de adversidades, de realidades que en muchos casos no favorecen al deseo de aprender.
Las y los maestros debemos encontrar la fórmula mágica que los motive a ser personas íntegras que contribuyan al bien de esta sociedad cada vez más convulsa. Como docentes tenemos la maravillosa posibilidad de tocar vidas y transformarlas, de ahí la importancia de que nuestro rol en la escuela sea el mejor que podamos ofrecer; por eso, es fundamental la constante preparación y actualización en todos los rubros que requiere nuestra profesión, así como vincular la teoría con la práctica mediante un trabajo pedagógico que amplíe las expectativas de vida de quienes pasan por nuestras aulas.
Esa ha sido mi convicción desde que ingresé a las filas del magisterio y gracias a lo cual en 2008 me animé a participar en una convocatoria muy atractiva que la organización Mexicanos Primero lanzó por vez primera con el objetivo de galardonar a maestras, maestros, directores y asesores técnico-pedagógicos de las escuelas públicas de nuestro país que tuvieran prácticas ejemplares en sus funciones.
Participé con el proyecto: “Transformación escolar a través de un modelo efectivo de gestión”, en el cual mostré evidencias de cómo impulsé hacia la excelencia a un centro escolar de preescolar ubicado en la ciudad de Cananea, Sonora que se encontraba en decadencia y con tendencia a desaparecer por la matrícula tan baja con la que contaba.
Fue una transformación en todos los ámbitos: desde gestionar para que el ayuntamiento donara un terreno para la construcción del edificio escolar -ya que impartíamos clases en un local prestado-, hasta la profesionalización conjunta del colectivo, mediante la sistematización de acciones plasmadas en un proyecto escolar que priorizaba el arte y el fomento a la lectura como eje principal para detonar el aprendizaje.
A través de diversos medios dimos proyección en la comunidad sobre la labor tan comprometida y profesional que brindábamos, y eso generó confianza para que muchos padres de familia inscribieran a sus hijas e hijos en nuestra escuela.
Un factor que propició que gran parte de la comunidad tomara a nuestra escuela como primera opción de preescolar, fue el hecho de haber sido ganadora -en la categoría de directora de jardín de niños-, del Premio ABC 2008. La noticia corrió como pólvora, fui invitada en la radio, mi autoridad municipal y estatal me reconocieron y de esta forma, mi prestigio continuó creciendo a lo largo de los años.
Considero que esta distinción constituyó un parteaguas en mi historia profesional, pues el hecho de haber tenido la oportunidad de cursar el diplomado: “Perfeccionamiento de Competencias Docentes en la Sociedad del Conocimiento” en la Universidad Autónoma de Madrid”, en España, amplió mi visión sobre las experiencias exitosas que se realizan en otros sistemas educativos. Pude contrastarlo con nuestra realidad mexicana, y al mismo tiempo puse en práctica en mi jardín de niños algunas ideas que resultaban acordes a nuestro medio.
Actualmente soy supervisora en la zona 36 de educación preescolar federal en la ciudad de Nogales, Sonora y continúo con ese ímpetu por llevar a cabo proyectos que cautiven la motivación intrínseca de cada una de las personas que acompaño en su labor; asimismo, me es muy gratificante la actualización constante, pues considero que un maestro nunca debe dejar de aprender.
Mexicanos Primero ha premiado a maestros frente a grupo, directores, asesores técnico-pedagógicos y colectivos docentes, de tal manera que son ya 15 generaciones de maestros premiados, cada uno de ellos con historias admirables que reafirman el gran impacto que la labor docente ejerce en la sociedad; sé que en todo nuestro país existen muchos más que silenciosamente desempeñan su labor con el corazón y obtienen grandes logros, vaya para todas ellas y ellos nuestro reconocimiento, respeto y admiración, ya que aunque pasen inadvertidos ante los ojos de la sociedad, para muchos niños, niñas y adolescentes tienen un impacto para seguir aprendiendo, desarrollar todas su habilidades y ser ciudadanos que se dediquen a trabajar de manera honesta.

Alma Gloria González González
Premio ABC 2008 /Sonora
Tengo 40 años al servicio del nivel preescolar, soy una maestra muy innovadora, me apasiona la posibilidad de poder vincular la teoría con la práctica lo que me llevó a transformar mi comunidad educativa, labor que me valió en el año 2008 el Premio ABC que otorga Mexicanos Primero, Maestros de los que Aprendemos, con lo cual me hice acreedora en 2009 a una beca para hacer una estancia de un verano en la Universidad Autónoma de Madrid en el “Programa de Perfeccionamiento de Competencias Docentes en la Sociedad del Conocimiento”. El 1° de septiembre de 2021 obtuve la plaza como supervisora de una zona escolar en el sistema federal de educación preescolar, puesto en el que me desempeño actualmente, con la firme convicción de impactar mediante mi labor de acompañamiento educativo en mis colectivos escolares para emprender una transformación que los constituya como unas verdaderas comunidades de aprendizaje.