

Una escuela “amable”
Alicia Trujillo Gálvez
Querétaro /Docente
15 de Agosto del 2025
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Hace algún tiempo, al saludar a uno de mis sobrinos, le pregunté cómo le iba en la escuela; su respuesta fue una cara de desagrado, lo cual me movió a preguntarle si no le gustaba aprender, a lo que él contestó: “Aprender sí; pero la escuela no”.
Siendo yo docente la respuesta me dolió. Al indagar un poco en los motivos que le hicieron sentir rechazo por la escuela, esta fue la respuesta: “Es aburrida”, un argumento nada más, sólo uno… Durante los días posteriores me la pasé pensando y pensando cómo hacer de la escuela, por lo menos en mi módulo de clase, una escuela “amable”; es decir, digna de ser amada.
Alguna vez, mientras estudiaba para maestra, en una clase me pidieron investigar el significado de profesor o maestro en Náhuatl; supe entonces que este es: temachtiani y que quiere decir "El que hace sabios los rostros ajenos". Para mí esta definición representó una enorme responsabilidad y un gran compromiso, pensé que debía inspirar a mis estudiantes a aprender y luego de la respuesta de mi sobrino me di cuenta de que, si bien la escuela no es, ni debe ser el único lugar para aprender, sí debe ser uno de los principales espacios donde se despierte el interés, el gusto, la curiosidad y hasta el amor por el conocimiento.
Por otro lado, considerando que para mí un sabio es aquel que es capaz de ser feliz y contribuir con su felicidad a la felicidad de quienes le rodean; busco que a través de una escuela “amable” mis niños (como me gusta llamarles) se conviertan en adultos felices y que como adultos dependan, en ningún sentido, de otros para vivir en plenitud.
Cuando digo escuela “amable” me refiero a un lugar donde las y los estudiantes estén seguros, respetados y valorados, donde no se pretenda enseñar a través de la humillación, ni mucho menos la violencia; un lugar en donde no se les venza sino que se les convenza de la importancia de aprender y de la utilidad de lo aprendido en su vida diaria; un espacio en donde se comparta el conocimiento desde la generosidad y no desde la soberbia, en donde se sientan motivados porque sus maestras y maestros crean en ellos y esa confianza los impulse a crecer, al tiempo que van fortaleciendo su autoestima.
Una escuela amable es donde las y los estudiantes pueden ser ellos mismos sin miedo, sin juicios; un refugio donde se sientan escuchados, donde pueden expresar sus emociones, aprendan a gestionarlas y descubran talentos que quizás desconocían como el arte, la música o la escritura; un ambiente seguro y comprensivo donde muchos puedan hallar las respuestas y herramientas necesarias para enfrentar los retos que viven en su casa o comunidad, porque cuando una escuela acoge con amor, alegría y empatía, también transforma vidas.
Sé que no es una labor sencilla y que como dijo Pablo Latapí en su texto “Carta a un docente”, ser maestra o maestro es cosa de vocación, inclinación interior, de proyecto de vida y de amor. Comparto su punto de vista cuando señala que en ese llamado las luces superan las sombras porque me maravilla la expresión de mis niños cuando se topan de frente con el conocimiento y lo hacen suyo, porque les significa, les es útil, entonces el rostro se les ilumina y sonríen.
Me lleno de emoción cuando sé que de alguna manera he influido positivamente en sus vidas y que les he ayudado a vencer alguna angustia, miedo, temor, o simplemente les he dado recursos para fortalecer su personalidad, desenvolverse y vivir dignamente en este mundo maravilloso pero también complicado.
Como maestra estoy obligada a estar en permanente examen de conciencia, a permanecer en una actitud de alerta ante la realidad actual y a tener una profunda voluntad de cambiar, aprender o desaprender, rectificar y perfeccionar.
Deseo enaltecer al docente a través de mi actuar y nunca ceñir la educación a una época determinada para no caer en estancamientos y anacronismos; pues una vida que avanza no puede ser alcanzada por una educación estacionada, estancada. En lugar de una escuela estacionada, una escuela que camina, que fomenta los valores a través de palabras y actos, que vivencie el bien común; una escuela “amable”.

Alicia Trujillo Gálvez
Querétaro /Docente
Es de vocación profesora, siempre estudiante, con 27 años de servicio, titulada de la Licenciatura en Educación Media con la especialidad en Español, cuenta con una maestría en Educación, fue Asesora Técnica Pedagógica en la modalidad de secundarias generales y tiene un Máster Honoris Causa por “Mil mentes por México”. Colecciona frases desde pequeña, afirma que escribe para sanar, por necesidad y por placer. También es narradora oral, mediadora de lectura, booktuber y fue conductora de Serendipia. Obtuvo el décimo lugar en el Premio Estatal al Desempeño Profesional Docente en el estado de Querétaro 2017-2018 y 2022-2023. Ha tenido destacadas participaciones en recitales, antologías poéticas y concursos de cuento a nivel local, nacional e internacional.