Herminia

 María del Rocío Hurtado

 Tamaulipas

 12/03/2024

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Ese día en la escuela primaria rural había mucha preocupación, dos maestros y yo teníamos la encomienda de obtener un buen lugar en el concurso de rondas infantiles que organizaba el municipio. Además de pertenecer a un contexto socioeconómico muy bajo mi escuela era pequeña, casi todas las niñas de la institución participaban en el evento y debíamos competir con escuelas más grandes y con mayor experiencia.

Nos propusimos hacer un gran trabajo. Faltaba una semana para el día del concurso, los ensayos eran extenuantes y rigurosos. Como días anteriores empezamos puntualmente. Al pase de lista nos percatamos que hacía falta una de mis alumnas: Herminia, de 5º grado. Sinceramente me molesté porque ya no quería interrumpir más clases y ahora había que esperar a que el grupo estuviera completo. Dejamos pasar 10 minutos para darle oportunidad a que llegara, pero no fue así. Empezamos con el ensayo. Después de varios minutos apareció, venía corriendo y con cierta palidez en su cara; al verla le dije: ¡Corre Herminia, ya es tarde! -Sabías que debías llegar temprano-. La niña aventó su mochila y se incorporó con sus compañeras.

Un rato más tarde, mi compañero me comentó que en los giros que hacían las niñas veía rara a Herminia. Discretamente me acerqué a ella para observarla y, efectivamente al cruzar sus brazos para girar vi su cara más pálida y algunas lágrimas en su rostro. Detuve el ensayo para preguntarle qué sucedía, si hubo algo en casa o si fue por el llamado de atención por llegar después del tiempo indicado. Respondió que salió de su casa un poco tarde por lo que corrió para llegar a tiempo pero que en el camino se cayó, siguió corriendo porque no le dolía nada sólo que al momento de girar si tenía molestia. Al revisar la parte señalada, vi que la zona de la clavícula derecha estaba roja y con un ligero pico. Inmediatamente fui con el director, le platiqué lo sucedido y decidimos subirla al carro para llevarla al centro de salud más próximo.

El médico que la atendió nos dijo que tenía la clavícula derecha fracturada, que debía tomar medicamentos para el dolor, no quitarse el vendaje que le colocó y esperar un mes para su completa recuperación. Cuando salimos, el director me dijo que la llevara a su casa ya que él pasaría a la supervisión.

Le pedí a Herminia me dirigiera el camino para llegar a su casa. Primero avanzamos un tramo por la carretera federal, en cierto punto me indicó diera vuelta a la izquierda para entrar por una terracería totalmente solitaria. Había avanzado algo más que 2 kilómetros cuando me señaló el lugar donde se había caído, sólo había piedras, pero nadie que la pudiera ayudar.
Le pregunté si era normal que estuviera el camino solo, mencionó que sí ya que sólo su familia vivía al final del trecho. 

-Debiste regresar a tu casa- le comenté.
-Maestra, no quiero faltar ningún día- respondió.
-Era necesario que te regresaras para pedir ayuda a tu familia, si tu mamá no podía llevarte, están tus hermanos o tu papá, así te hubieran atendido porque tu salud es primero-le dije.
“Maestra, es que no quiero dejar de ir a la escuela ningún día”, me dijo. Le pregunté por qué y ella respondió -Quiero ser maestra como usted y si falto un día ya no aprenderé igual.

Cuando llegamos a su casa su mamá estaba frente al fogón de leña; le expliqué lo sucedido y los cuidados necesarios. Al día siguiente Herminia asistió a la escuela y pronto se recuperó.

Pasó el tiempo, Herminia y su grupo egresaron de la primaria, yo había sido su maestra 1º, 2º, 5º y 6º grado. Meses después me cambiaron de escuela. Siete años después, un día, sorpresivamente, algunos niños de ese grupo vinieron a visitarme a mi casa. Platicamos de las aventuras vividas, de lo que hacían, de los ausentes, de pronto pregunté ¿y, Herminia?
A lo que respondieron:¡Ay maestra!, si la viera no la reconocería, la vimos bajar de un autobús con tantos niños que parecía equipo de fútbol y lucía mucho mayor a su edad.
¿Qué pasó? Ella quería ser maestra-comenté. Mencionaron que al salir de 6º grado la casaron con un pescador de la comunidad, ya que por ser mujer no la podrían seguir manteniendo.

A partir de ese momento me propuse que algún día tendría una fundación para ayudar a niñas y niños que quisieran estudiar, pero que no tuvieran oportunidades y que quedaban fuera de un sistema excluyente. La fundación se llamará HERMINIA.

Dos cosas que aprendí de esta experiencia y que han marcado parte de mi trayectoria son:

• Antes que cubrir alguna actividad escolar debemos priorizar las necesidades de nuestros alumnos.

• Es imprescindible estar atentos a todos los mensajes que explícita o implícitamente nos transmiten. Muchas veces el abandono escolar empieza años antes de concretarse.   

María del Rocío Hurtado

Tamaulipas


Ma. del Rocío Hurtado Díaz Egresada-Normal Matías S. Canales y LEP-UPN.

Diplomados UPN, ICSA, IEST, ILCE, SEP, ITESM, Universidad Anáhuac, MAYAHII, ÚNETE, UNAM, Microsoft, Univ. Metropolitana de Monterrey y Bécalos. Internacionales: IUCE-UAM-España, Univ. Diego Portales-Santiago de Chile.

Por desempeño realizado en beneficio/esc.: Obtención madera construcción Cocina Escolar; Construcción de Servicios Sanitarios 2 turnos; Fundación de Café literario: padres- alumnos-maestros. Por Creación y aplicación de proyecto de reciclaje se otorgan a la actual escuela: 15 Computadoras totalmente equipadas y equipo completo para montaje de laboratorio escolar SEP-Tam.

Maestra ABC-2017, Mérito académico-SEP y Maestra Tamaulipeca-2019

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