

Dar voz a los niños
Ana Lilia De la Cruz Ruiz
Premio ABC 2018/ Tamaulipas
11 de Abril del 2025
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Uno de los pilares fundamentales en el nivel preescolar, es considerar los saberes previos de las niñas y los niños, quienes llegan al aula con experiencias, conocimientos e interpretaciones de su contexto moldeados en algunos casos por su entorno, cultura o las vivencias que a su corta edad han experimentado.
Esto da pie a que, en su programa analítico, las y los docentes puedan establecer estrategias de atención en el ámbito pedagógico, significativas y vivenciales, para favorecer esa construcción del conocimiento en donde se busca planificar de forma práctica el aprendizaje de las niñas y los niños, atendiendo las necesidades reales del grupo y proponiendo actividades significativas.
La efectividad de esta planificación parte del análisis y la reflexión realizados por los colectivos escolares, quienes pueden ajustar y mejorar las estrategias cuantas veces sea necesario. Además, la evaluación formativa se considera clave, ya que permite observar el progreso de las y los estudiantes y hacer los cambios necesarios. No se trata solo de calificar, sino de comprender cómo están aprendiendo las niñas y los niños y buscar formas de mejorar la enseñanza.
Como supervisora, tengo la oportunidad de visitar diversos grupos y observar cómo estos cuestionamientos dirigidos influyen en el aprendizaje. La manera en que las docentes formulan las preguntas y guían esa exploración al conocimiento, es la puerta a esa infinidad de posibilidades; o en caso contrario, limitar su expresión y la reflexión crítica. En ese proceso he aprendido que la formulación de preguntas abiertas y retadoras, así como el uso de situaciones reales del entorno escolar y comunitario, son estrategias efectivas para generar debates y reflexiones colectivas. Estos espacios deben ser seguros y respetuosos para que las niñas y los niños puedan compartir sus ideas sin temor ni vergüenza.
Cuando las docentes registran estas preguntas en su planeación, demuestran que comprenden cómo la calidad del cuestionamiento influye en las respuestas que obtendrán. Saben que surgirán nuevos cuestionamientos válidos por parte de las niñas y niños, lo cual enriquece el proceso de aprendizaje.
Además, contar con este registro les permite ajustar y formular preguntas dirigidas con mayor intención, fomentando la participación voluntaria y asegurando que todos los alumnos se sientan involucrados y valorados.
Una experiencia en particular fue cuando se solicitó al grupo de niñas y niños dibujaran los medios de transporte del lugar donde vivían. Un alumno realizó su dibujo en color negro y de inmediato la docente generó algunas suposiciones sobre el significado del color negro en el dibujo, pensando en influencias externas, gustos personales. Al preguntar al niño, con un interés espontaneo respondió: “es el tráiler de mi papá porque es tiempo de zafra y se quema la paja y queda de ese color”. La zafra es la temporada en que se cosecha la caña de azúcar y se traslada en camiones enormes conocidos de manera popular como “despeinadas”, porque la caña está forrada de una paja o cáscara que se le quema antes del corte, generando ese carboncillo negro. Este ejemplo ilustra cómo la percepción del mundo de las niñas y los niños está ligada a su entorno y cómo al desconocer el contexto y los saberes previos, se desvirtúa la verdadera comprensión de los conocimientos y sus experiencias.
Los saberes previos constituyen ese punto de partida en la planeación de actividades, que permite contextualizar y generar un puente entre sus conocimientos previos y nuevos contenidos; por eso es necesario la creación de espacios de expresión con distintos recursos, como escenarios dibujados, micrófonos o áreas fuera del aula donde las niñas y los niños puedan comunicarse libremente, explicando la función de los mismos para que puedan hacer uso de ellos.
Por ejemplo, una alumna disfruta grabar videos y compartir experiencias de su jardín de niños, demostrando cómo estos espacios fomentan la autonomía y la comunicación. En Instituciones donde existen estos espacios, las niñas y los niños se expresan con naturalidad, incluso frente a visitantes, abordando lo que realmente les importa en ese momento.
La enseñanza no debe ser un proceso unilateral que no considere los saberes previos de las y los niños. Es fundamental conocer a nuestros estudiantes para comprender las respuestas, entender lo que expresan, el significado de cada palabra, cada grafía, de cada dibujo desde su realidad, no desde la realidad del docente. “Dar voz a un niño o niña no sólo es enseñar, es enriquecer nuestro propio aprendizaje”.

Ana Lilia De la Cruz Ruiz
Premio ABC 2018/ Tamaulipas
Es supervisora de Educación Preescolar, escritora y poeta.
Es reconocida por liderar transformaciones educativas, cuenta con experiencia en dirigir proyectos en entornos educativos, la fundación de nuevas instituciones, la asignación de claves a centros de trabajos y la gestión de recursos. Cuenta con amplia experiencia como docente y tutora digital, así como en la capacitación de otros educadores, ganadora del Premio ABC en 2018. Ha puesto en marcha diversas estrategias digitales, incluyendo el desarrollo de cursos, talleres y capacitaciones en línea para la utilización efectiva de herramientas digitales. Es apasionada por la mejora continua, el desarrollo de soluciones educativas de vanguardia y el apoyo constante al personal para su capacitación y crecimiento profesional en base a un liderazgo transformacional.