En México, las reformas educativas suceden cada vez en periodos más cortos, no pueden ser estáticas; los cambios políticos, sociales, culturales y las generaciones tampoco lo son.

Lo importante de estas transiciones, siempre será el binomio alumno-docente, uno no existe sin la presencia del otro. Y es esta compleja relación en la que los aprendizajes fundamentales, aquellos que te permiten obtener el siguiente nivel de conocimiento, deberán ser el Jaque Mate del ciclo escolar porque admitirá la obtención de la victoria de ambos.

Desde mi palestra percibo primordial entender que este trabajo requiere una sensibilidad especial para reconocer, de manera casi inmediata, las necesidades de las y los alumnos: recibo adolescentes que vienen de contextos llenos de carencias, de problemas económicos, desintegración familiar, inseguridad, depresión e incluso, ideas suicidas.

Lograr los aprendizajes fundamentales con este panorama se convierte en el mayor reto, ser docente no es sólo tener a la mano el marcador para el pintarrón, sino llegar con una planeación hecha de acuerdo con la reforma del momento. Llevar a cabo esta labor es saber que el compromiso va mucho más allá de una mochila con una laptop y un proyector en el aula. 

Requiere percibirse como un agente de cambio, volverse sensible ante la necesidad de cada individuo; si algún estudiante no entrega la tarea deberá ser sólo un pretexto para encontrar más habilidades en él. Si bien, en nuestro sistema es la calificación numérica la que marca el paso al siguiente grado, esta NO define al estudiante que es quien carga la mochila invisible llena de emociones, frustraciones, tristezas, enojos, pero también de sueños y esperanzas, y todo ello lo hace vulnerable en una etapa complicada.

Para las y los estudiantes, los espacios escolares son muchas veces un oasis en el que se sienten a salvo. Lograr que la escuela sea un espacio seguro es resultado de un trabajo colaborativo que permita crear redes de apoyo dentro de la institución y ¡claro que es posible!

En este sentido; baso mi práctica en la necesidad del alumno o la alumna. Es trabajar con apertura, sensibilidad y mucha creatividad; me permito crear, inventar, hacer cosas que parecen no hechas para la asignatura, en mi caso, español.

Disfruto ser cómplice de las y los estudiantes; todo el tiempo observo, y así obtengo herramientas para poder lograr los aprendizajes fundamentales. Pero ¡ojo!, no para ahí, hay que hacer al estudiante el protagonista de estos procesos de aprendizaje, es en la práctica, en el hecho y en la actuación donde los aprendizajes fundamentales se interiorizan. Hay que escuchar sus propuestas, creer y ayudar a materializarlas, generar conocimiento desde sus intereses.

Decirlo parece fácil, en la cotidianidad debo ir esquivando obstáculos…un día de mucho desorden, apatía, ¡quiero tirar la toalla!, pero es la oportunidad que me doy de conocer a mis alumnas y alumnos por sus acciones y no por las etiquetas; entonces tomo la toalla y la uso en el cuello para descontracturarme.

Es esa magia la que sucede cuando nos atrevemos a soltar; que sean las y los estudiantes los que hagan las propuestas y se descubran con muchas habilidades, hoy doy cuenta que cuando los dejamos soñar y les demuestro que creo en ellos, sin duda el JAQUE MATE sucede.